El fuego es un elemento esencial en muchas fiestas invernales, cuyo origen se remonta a antiguos ritos paganos asociados a la purificación. El tradicional ciclo de hogueras de Ciudad Rodrigo comienza en enero, congregando a sus gentes entorno al calor de las llamas en tres ocasiones dedicadas a dos santos, San Antón y San Sebastián, este último patrón de la ciudad y ambos protectores contras las enfermedades y epidemias.
Hogueras de San Antón (17 de enero)
Son dos las parroquias que celebran el día de este santo, protector de los animales: una de ellas es la de Santa Marina, situada en el Arrabal del Puente, y la de San Andrés, ubicada también extramuros, en la calle de San Antón. Ambos templos realizan celebraciones durante dos días consecutivos en fechas diferentes, incluyendo misas, procesiones por las calles aledañas, rifa de un aguinaldo compuesto de productos de la matanza, convite de vino u otros alimentos y hogueras, todo ello organizado por las cofradías.
Las hogueras encendidas en honor a San Antón se realizan en dos puntos diferentes. La de la parroquia de Santa Marina se dispone en el mismo barrio del Arrabal, y ese mismo día, después de la misa, son bendecidos los animales. Además, tiene lugar la tradicional venta de panecillos de San Antón. Por su parte, la parroquia de San Andrés, sitúa su hoguera en el glacis de la muralla, a la altura del Mercado de Abastos, y acompañando estas celebraciones de la preceptiva misa y procesión.
Hoguera de San Sebastián (20 de enero)
Las celebraciones por el santo patrón de Ciudad Rodrigo se inician unos días antes de la propia festividad con el traslado procesional de la imagen de San Sebastián desde la iglesia de San Cristóbal a la Catedral de Santa María, iniciándose el rezo de una novena, cuya tradición se remonta a 1856 en que se invocó al santo contra una epidemia. El último día de la novena se celebra una misa y una vez finalizada se hace una ofrenda en la “brecha” de la Plaza Herrasti en recuerdo a los caídos en la Guerra de la Independencia.
Esa misma noche se enciende una gran hoguera en las inmediaciones de la catedral en torno a la que se reúnen los vecinos compartiendo unos chochos o altramuces y vino convidados por los mayordomos de la Cofradía de San Sebastián y acompañados por el son de la gaita y el tamboril.
La fuerte vinculación entre San Sebastián y Ciudad Rodrigo tiene su origen en los trágicos momentos que vivió la ciudad durante la guerra contra los franceses. Tras la toma de la plaza por el ejército liderado por Lord Wellington, los soldados ingleses cometieron todo tipo de desmanes contra la población local. Los mirobrigenses, desesperados ante esta situación, decidieron recurrir al santo protector San Sebastián sacándolo en procesión. Gracias a este acto de la población, Lord Wellington se convenció de la necesidad de poner orden en la ciudad. El militar inglés acabaría por ofrecer al santo sus atributos de jerarquía: su espada, su sombrero, el fajín y el bastón de mando, elementos que saldrían en procesión junto a San Sebastián hasta 1929, año en que fueron enviados al Museo Regional y sustituidos en la procesión por reproducciones.
Al año siguiente de estos hechos, en 1813, se crearía la Cofradía de San Sebastián que sigue organizando actualmente todos los actos de la festividad de San Sebastián, que fue confirmado oficialmente como patrón de Ciudad Rodrigo en 1997 de la mano del papa Juan Pablo II.